Morir en soledad: olvidados en los hospitales

Morir en soledad: olvidados en los hospitales

En la red hospitalaria de nuestro país, existe una realidad que pocas veces se discute: la de los pacientes sociosanitarios. Son personas que, aunque ya no requieren intervenciones médicas urgentes, tampoco pueden regresar a sus hogares. Algunos carecen de redes de apoyo, otros han sido simplemente abandonados.

Así, el hospital se convierte en un hogar improvisado, y enfermeras y funcionarios en la única familia que les queda. Esta situación no es simplemente un problema de infraestructura, es una crisis de humanidad. Porque cuando una persona muere en soledad relegada en un rincón, no solo falla el sistema, fallamos como sociedad.

Para la institución son “camas bloqueadas”, para ellos, es la vida entera que se queda congelada. Sus días transcurren en piezas compartidas, escuchan conversaciones ajenas y observan cómo otros llegan, se recuperan y se marchan. Ellos, en cambio, se quedan. Esperando algo que muchas veces no llega, un cupo en un lugar de larga estadía, un familiar que regrese, una solución que les devuelva la dignidad de un lugar propio.

La existencia de estos pacientes, son un recordatorio constante de que la salud no termina con el alta médica, y un usuario no deja de ser responsabilidad del sistema por el simple hecho de no necesitar una operación o un fármaco.

En medio de esta realidad, la labor de los equipos de salud, que entregan cuidado y dignidad a quienes han sido olvidados es algo que merece todo nuestro respeto y admiración. Porque la verdadera medida de una sociedad no se encuentra en sus estadísticas hospitalarias, sino en la forma en que se trata a quienes ya no tienen a nadie más.

Por Catalina Varela González, Estudiante de Periodismo PUCV.